Este invento realmente no es ciencia espacial y existe desde hace tiempo, pero creo que es tan ingenioso como absolutamente sencillo. Siempre y cuando haya "paz de viento" en el destino y el tiempo para disfrutar de la cumbre no pueda ser lo suficientemente largo, el descenso en piel no supone ningún reto e incluso puede hacerse casi meditativamente. La situación es completamente diferente con vientos fuertes, preferiblemente cuando las temperaturas ya son muy frías. No sé de qué viejo zorro del esquí de travesía aprendí esto por aquel entonces, pero me entusiasmaba la idea de agarrar las pieles directamente con el calcetín y guardarlas. Por desgracia, los primeros modelos no solían ser especialmente duraderos (las costuras se descosían), el calcetín se hacía jirones y se pegaba a la piel o el pegamento de la piel se pegaba al calcetín. Todas estas características anulaban rápidamente el gran punto a favor de la bota. Sin embargo, las cosas han cambiado desde entonces y tengo que decir que todas las que he usado últimamente son muy buenas y resistentes. Por supuesto, un calcetín de piel es una inversión adicional y sin duda un factor a tener en cuenta para los excursionistas ocasionales, pero para mí es un truco superpráctico del que no querría prescindir. La vida útil es más larga que la vida de una piel de esquí, en mi caso el último calcetín sólo se fue lentamente al cielo de los calcetines de piel después del tercer juego de pieles.
Puedes encontrar calcetines de piel en una tienda de esquí de travesía bien surtida en la que confíes o pedirlos online. Hay varios fabricantes, yo tengo algunos de Montana, Colltex o ahora nuevos y también ya aprobados por Gipfelsockerl.
