Marek Victor Klimczak

Estamos a finales de febrero en el sur de Alemania. Cuando miro por la ventana, todo lo que veo es verde. Al menos brilla el sol. Por desgracia, cuando miro en la World Wide Web, no veo ninguna previsión que pueda despertar mis emociones. En mis montañas natales, los Altos Tatras (Polonia), las fotos de las redes sociales solo muestran hermosas laderas reflejándose al sol, pero apenas nieve, que además está helada.

A veces encuentras tu destino de forma indirecta. O al menos para tu fortuna. Estos rodeos a veces toman giros tan absurdos, coincidencias tan imprevisibles, que uno casi cree en algo parecido al destino. Quiero decir, ¿existe realmente algo así como un hilo conductor?