Después de nuestra primera parada en Kicking-Horse, hace dos días viajamos por el Rogers Pass hasta Revelstoke. La primera sorpresa: a mitad de los 120 kilómetros, cruzamos la frontera de un huso horario, lo que nos alargó el día una hora.
En nuestro primer paseo hasta la cima, hicimos algunas fotos con la mejor visibilidad. Sin embargo, antes del primer descenso propiamente dicho, tocaba volver a entrar en calor. Los 25 grados bajo cero de nuestros dos días en Revelstoke fueron un frío récord en marzo, incluso para Canadá. No sé cuánta gente ha tenido el placer de esquiar con esas temperaturas y fuertes vientos. Como cualquier velocidad más alta se convertía rápidamente en congelación, nos protegimos con un montón de giros cortos inusuales. No sé cuándo fue la última vez que hice tantos giros cortos seguidos en un solo día.
La zona de esquí de Revelstoke es realmente un éxito: la telecabina y las dos sillas cuádruples dan acceso a una zona que ofrece una increíble variedad de pistas tanto para los aficionados a las pistas como para los freeriders. Desde el punto de vista de un freerider, la North Bowl en particular es una bomba de adrenalina: se tarda unos 15 minutos en subir al Sub Peak, desde cuya cima sólo nueve líneas excelentes y otras tantas no tan excelentes conducen a la North Bowl y al telesilla Ribber. Desde la fácil línea de nieve en polvo, se puede trabajar hasta los 55 grados de inclinación de los "Entry Chutes" (toboganes de entrada). Aquí todavía se pueden encontrar líneas de nieve polvo sin pisar días después de la última nevada.
Además de la oferta de pistas, en Revelstoke también se puede practicar cat ski o heliski. Por desgracia, esta vez no tuvimos tiempo de probar estas opciones. Pero sin duda una razón para volver el año que viene. Ahora viajamos más al sur, a Nelson, BC.
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