Si las subidas son algo más largas que una corta caminata hasta el comienzo de la siguiente pista de nieve polvo, es aconsejable quitarse las gafas y el casco y guardarlos en la mochila. La lente no se empaña, pero la espuma absorbe el sudor de la frente, como cualquier otra gafa de esquí. Si tu cabeza se sobrecalienta en el ascenso a pesar de estar tan en forma como Dario Cologna, probablemente la causa sea el casco y no las gafas. Pero en algunas situaciones agradecí mucho el aumento significativo de la ventilación. Por ejemplo, cuando me perdí la travesía de vuelta al remonte en mi montaña local y sólo unos metros más tarde me di cuenta de que era demasiado tarde para cruzar. Así que tuve que desabrocharme los esquís y subir a duras penas. Me dejé puestos el casco y las gafas. Me dije a mí mismo: hace mucho frío y no será tan agotador caminar los pocos metros de vuelta. Todo es cuestión de forma física. Al cabo de poco tiempo, me sentí muy agradecido de poder abrir las gafas; incluso con mis gruesos guantes de invierno puestos, salió bien. Sin embargo, probablemente tendré que trabajar un poco más mi forma física. El hecho de que me perdiera la travesía no se debió a la falta de visibilidad, sino más bien a la falta de comprensión de que toda pista de nieve polvo tiene que llegar a su fin en algún momento.
No sé si los desarrolladores de las gafas vieron venir la corona cuando las crearon, pero poner la lente hacia arriba ayuda enormemente contra el empañamiento cuando se lleva una máscara protectora, por ejemplo, cuando se hace cola para el ascensor.