Pero antes de que nos permitan lanzarnos por uno de los barrancos, tenemos que acreditarnos como freeriders en el remonte. Esto significa que debemos estar familiarizados con los peligros alpinos, ser capaces de evaluar el riesgo de avalancha y estar preparados para asumir nosotros mismos el riesgo de un accidente. A continuación, todo el mundo se pega una pegatina de color neón en las gafas de esquí y los chicos del control de pistas nos dan el visto bueno.
Los barrancos desembocan en diferentes caras, que se dividen constantemente en nuevos barrancos, hondonadas y laderas, y en cada descenso hay algo nuevo que descubrir. Mi punto culminante personal, sin embargo, es el descubrimiento del Cerro Martìn a 3602 metros sobre el nivel del mar, que se encuentra detràs del Cerro Los Fosiles. Hace muchos años, cuando era muy joven, vi un vídeo de snowboard en el que los héroes de la primera hora habían esquiado esta misma montaña de forma espectacular. Para mí, ésa fue la chispa inicial para hacer tanto snowboard, para poder hacer snowboard a un nivel más alto y montar líneas realmente desafiantes como ésta. Y ahora, de repente, esta montaña está justo delante de mí e incluso parece accesible a pie
Un sueño hecho realidad
A la mañana siguiente, ha llegado el momento. Subimos por la cresta de la derecha y continuamos por una cresta. A partir de aquí, tenemos que abrirnos paso por la cornisa de la cresta y descender por un barranco para llegar al descenso del Cerro Martìn que me había maravillado en el vídeo. Después de 20 años, el sueño de mi juventud se ha hecho realidad. La ladera sigue sin pistas y trazo mi línea en la cara recién nevada del Cerro Martín a gran velocidad. La nieve es fina y polvorienta bajo la tabla y el sol radiante hace brillar el color marrón de las rocas que me rodean. No puede ser mejor. Un día como éste merece ser celebrado y lo celebramos con Malbec y un asado, la tradicional barbacoa argentina. Así es como debe ser en Argentina. El maestro parrillero, que aquí se llama asador, celebra el asado a su manera, normalmente durante horas. Horas en las que repasamos lo que hemos vivido hasta ahora con muchas copas de vino. Horas en las que bebemos aún más y planeamos nuestro próximo viaje por este impresionante país.
También pasan horas a la mañana siguiente hasta que se nos pasa el dolor de cabeza por las muchas copas vaciadas de la noche anterior y hemos cargado todo el equipaje en el coche camino de la siguiente parada de nuestro viaje a Argentina...
Texto: Holger Feist | Fotos Baschi Bender
