Desde Arequipa, una vez más viajamos en autobús a través de las áridas tierras altas hasta Puno, en el lago Titicaca. Puno en sí es una ciudad pobre, pero aquí también, el centro con la Plaza de Armas, presente en todas las ciudades, ya ha sido preparado para los turistas. En el lago Titicaca, hay que tomar una decisión: Si se dispone de mucho tiempo, se pueden visitar islas un poco alejadas de las rutas turísticas más frecuentadas, pero si no se quiere pasar mucho tiempo en ellas, sin duda se estará contento de haber completado la excursión en barco de ensueño de los turistas de paquete tras un día en las Islas Flotantes y la isla de Taquile. El grupo de turistas de paquetes es esperado ansiosamente en las islas flotantes de juncos por los Uros, vestidos de colores, que están listos para ser fotografiados, y después de una detallada introducción a la construcción de una isla de juncos, inmediatamente se les anima a comprar los productos locales.
PERU
Pronto se tiene la impresión de que los Uros probablemente sólo están decorando sus vidas en sus islas de juncos por el bien de los turistas. Una vez comprado el souvenir, se puede continuar hasta la isla de Taquile (a nosotros nos tocó nadar). Nuestro guía aprovechó intensamente las dos horas de viaje para asegurarse de que hasta el último turista sabe decir "hola" y "gracias" en quechua ("y ahora todos juntos"). El turista estándar común es conducido como una manada de caballos salvajes por los senderos de la isla (no te detengas, todo recto, nada de fotos, no tenemos tiempo...) y degustado directamente por una familia local, que por supuesto ya lleva puesto su atuendo fotográfico. A lo largo del camino, los lugareños bailan la danza de la cosecha "con total entrega" y, por supuesto, a uno o dos turistas incluso se les permite bailar con ellos (excepto a nosotros dos, sólo a los que están dispuestos a bailar...). Para algunos, este es probablemente el punto culminante de sus vacaciones.
Pero la maravillosa vista sobre el lago y el hermoso paisaje de la isla es más que suficiente para compensarlo. Después de que el último turista había filmado nuestra llegada al puerto, estábamos felices de estar en nuestro camino a Cusco.
Más que un simple punto de partida hacia Machu Picchu
Cusco es una pequeña ciudad muy bonita y limpia, con muchos edificios coloniales antiguos con sus típicos balcones de madera, donde definitivamente deberías pasar un día o dos. También se pueden visitar muchas ruinas incas en las inmediaciones de Cusco. Por desgracia, al día siguiente partimos en taxi a Ollanta, desde donde sale el tren para mochileros (a 34 dólares por trayecto sigue siendo la forma más barata de viajar) a Machu Picchu. Importante: ¡reserva tus billetes de tren con antelación con Perurail!
Decidimos deliberadamente no hacer el Camino Inca, porque ya no está permitido hacerlo sin guía, hay que reservar con meses de antelación y los costes pueden llegar a 500 dólares. El camino para mochileros termina en Aguas Calientes, un bonito pueblecito al pie de Machu Picchu en un entorno de aspecto tropical. Aunque aquí se alinean tiendas de recuerdos y restaurantes, nos libramos de las aglomeraciones de turistas, ya que probablemente mucha gente se quedó en casa este año debido a los informes de frío e inundaciones.
¿Ruta o bus turístico?
Quienes quieren visitar Machu Picchu a menudo también quieren subir al Waynapicchu para tomar una de las legendarias fotos de todo el complejo inca. Sin embargo, dado que la Unesco ha limitado el número de visitantes al Waynapicchu a 400 (200 a las 7 de la mañana y 200 a las 10 de la mañana), hay una carrera por conseguir los 400 codiciados sellos. Si cree que va sobre seguro al levantarse a las 3 de la madrugada, se equivoca. Tanto los autobuses, que salen a las 5.30 h, como el puente peatonal, que se abre entre las 4.30 y las 5 h, tienen largas colas a esa hora. Nosotros optamos por la opción de la marcha y a las 4.40 participamos en la clásica "carrera de ratas" por los sellos con una horda de salvajes portadores de linternas frontales e incluso llegamos mucho antes que el primer autobús y colapsamos a los compañeros de viaje ¡¡¡sellos asegurados!!! El lugar parece misterioso e impresionante al amanecer, y no sólo por su inmenso tamaño. Sin embargo, tuvimos que darnos prisa para iniciar el ascenso a Waynapicchu hacia las 7 de la mañana. Después de subir innumerables escalones, llegamos a la cima sólo para darnos cuenta de que, aparte de la niebla, no podíamos ver nada en absoluto, y mucho menos hacer una foto. Sin embargo, ya sabíamos que el éxito radica en la tranquilidad, ya que la niebla en Machu Picchu suele desaparecer después de todo.
Dos horas más tarde, fuimos recompensados con una vista perfecta. A continuación, exploramos el sitio por nuestra cuenta con la literatura pertinente. Aunque sin duda Machu Picchu nunca será un lugar solitario, su obra maestra arquitectónica, su historia y su misticismo lo convierten en un lugar fascinante que hay que visitar absolutamente.
