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Aventura y viajes

En bicicleta por Hong Kong

En bicicleta por Hong Kong

28/07/2009
Jan Sallawitz
Aquí no hay mucha gente que practique ciclismo de montaña, pero los pocos que son activos son muy ambiciosos y saben exactamente lo que buscamos. Nos recomiendan el Tai Lam Country Park, una zona montañosa al noroeste de Kowloon. Aquí encontramos lo mejor del ciclismo en la jungla. Senderos individuales bien señalizados nos llevan arriba y abajo entre los gigantescos árboles de la jungla.

Aquí no hay mucha gente que practique ciclismo de montaña, pero los pocos que son activos son muy ambiciosos y saben exactamente lo que buscamos. Nos dan el consejo de probar el "Tai Lam Country Park", que abarca la zona montañosa al noroeste de Kowloon. Aquí encontramos lo mejor del ciclismo en la jungla. Senderos bien señalizados nos llevan arriba y abajo entre los gigantes de la selva.

El aire está saturado de humedad, salpica y gotea por todas partes y nos envuelve un auténtico concierto de gorjeos, silbidos y ruidos de animales desconocidos. El olor es rancio y dulzón, y en los primeros metros ya estamos empapados de sudor. Las colinas no son tan altas, pero la alternancia constante de descensos técnicos y subidas cortas y empinadas nos agota en este clima húmedo. El terreno lo compensa. Parece como si los caminos se hubieran creado artificialmente pensando en el ciclismo de montaña. Aquí encontrarás todo lo que es divertido: bermas arcillosas, baches, pequeños y grandes bordes que puedes saltar, curvas estrechas y empinadas... ¡puro placer de conducción!

Y la naturaleza cambia a cada kilómetro. La densa jungla se alterna con pasajes a través de un bosque caducifolio ralo, pequeñas pistas de grava en las que el manillar casi se te escapa de las manos se convierten en encantadores caminitos a través de verdes prados. Y así todo el día. Nuestras sonrisas son cada vez más grandes a pesar del esfuerzo. Otra pequeña pero crujiente subida y luego los últimos diez kilómetros son todo bajada para salir del valle. Nos lo hemos ganado. Delante de nosotros se encuentra el embalse de Tai Lam Chung, un enorme pantano de color turquesa. Sólo ahora nos damos cuenta de que nuestras botellas de agua llevan vacías algún tiempo. El deseo de beber se vuelve casi abrumador a la vista del agua cristalina que tenemos al lado. Pero ya queda poco y nadie quiere arriesgarse a sufrir un malestar estomacal. Con las últimas luces del atardecer y en medio de una enorme nube de ávidos mosquitos, llegamos al pequeño suburbio de Kowloon, donde ya nos espera impaciente el conductor que habíamos pedido.

Texto: Jan Sallawitz | todas las fotos: Stefan Hunziger

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