Y no, estos zapatos no quieren ser usados en un centro comercial o en un restaurante, sino preferiblemente hasta los tobillos en aguanieve o en un viaje nocturno al baño en la habitación de invierno. Y es precisamente en estas situaciones en las que me han llegado a encantar. Hoy en día, me cuesta imaginar un día de esquí sin estas botas.
En este punto, tengo que admitir que el camino que siguieron estas botas hasta mí no fue fácil. Originalmente pensadas como regalo para mi abuelo, cayeron en mis manos más o menos sin querer cuando él desdeñó el gran regalo. Bien por mí, mal por los pies de mi abuelo.
Pero ahora volvamos al producto.