Ya es hora de dedicar uno de los artículos de esta semana al que es, con diferencia, el equipo más importante de la montaña: Nuestro cerebro. Es el órgano que más nos distingue del resto de vertebrados, la razón por la que las hembras de nuestra especie tuvieron que torturarse tanto para traernos a todos al mundo, la base de nuestro comportamiento y nuestra personalidad y, en definitiva, la razón por la que practicamos freeride.
100 billones de células nerviosas, 180'000 kilómetros de conexiones, 0,15 cuatrillones de circuitos, el 2% de nuestro peso corporal, las células más grandes más largas que un metro, las más pequeñas más pequeñas que una centésima de milímetro: éstas son sólo algunas de las diversas e impresionantes cifras desnudas. Pero no solemos darnos cuenta de lo que hace nuestro sistema nervioso central. No sólo nos permite ir a la montaña, sino también sobrevivir en ella, un entorno duro al que los humanos, nacidos en la costa occidental de África, se adaptan principalmente mediante pautas de comportamiento para poder sobrellevarlo. El pensamiento lógico nos permite planificar nuestro viaje a la montaña, las percepciones sensoriales procesadas nos permiten experimentar el mundo de la montaña, las emociones nos permiten disfrutar de lo que hemos vivido, los instintos nos permiten actuar con la velocidad del rayo, las reacciones innatas y aprendidas nos permiten practicar nuestro deporte, y la memoria se encarga de que conservemos para siempre los momentos vividos. En realidad, nuestra materia gris lo hace todo, y la pequeña diferencia que supone la otra materia es mucho menos que la punta del iceberg. Porque eso sería el 10%. Si nuestro cerebro es capaz de ello, podemos dominar de alguna manera lo que necesitamos. Sí, y si no, ningún material del mundo nos ayudará.
Algunas pinceladas sobre nuestro cerebro en toda su belleza - como lo ve el neurobiólogo
Y en los deportes de montaña serios en particular, el cerebro tiene una función esencial, ya que no sólo la diversión y el disfrute de la experiencia, sino también nuestra propia seguridad y la vida de nosotros y nuestros compañeros dependen de que nuestro cerebro tenga las habilidades y capacidades necesarias. Y si no es así, una actualización adecuada suele ser sencilla, barata e incluso se puede llevar a cabo en casa. Así que no hay excusa para no mantener el cerebro al día.