La semana comenzó con un poco de nieve fresca, pero no consiguió reparar los daños del deshielo de la semana anterior. El martes, el mundo volvió a estar en orden: mucha nieve fresca y un frío brillante de finales de invierno. El miércoles, el tiempo era espléndido y volvimos a hacer travesía, aunque la situación de los aludes no permitía pendientes de más de 30 grados. Tuvimos dos descensos fantásticos, pero luego la situación se puso demasiado delicada:
El calor y demasiados japoneses desprevenidos y también algún que otro turista powder que bajaba esquiando por las mismas pistas sin equipo y sin saber lo que hacían, poniéndose y poniéndonos en peligro.
Incluso conocimos a un canadiense que llevaba a una snowboarder que apenas podía mantenerse erguida sobre la tabla sin ningún tipo de equipo y cuando le preguntamos al respecto nos dijo que en realidad era súper estable en ese momento y por lo tanto CERO riesgo, su compañera de snowboard iría primero y él podría sacarla en caso de emergencia, aunque ni siquiera tuviera un transceptor de avalanchas. Por suerte, después de hacer esta afirmación, mi colega me metió firmemente en el coche y cerró la puerta enseguida, de lo contrario mis palabras probablemente habrían sido muy por debajo de lo normal. Siendo la persona generalmente tranquila que soy, me cuesta digerir este tipo de discusiones y en este raro caso me vuelvo extremadamente directo... Nos retiramos al bosque durante otra hora antes de que el tiempo finalmente fuera demasiado cálido. Después de todo, las condiciones eran perfectas para una cerveza fría en la soleada terraza.
El jueves fue mi último día en Japón. No quise esquiar más y pasé un día acogedor haciendo las maletas, cenando de despedida y diciendo adiós. Probablemente no fue la decisión correcta, ya que los chicos pensaron que los 15 cm de nieve fresca estaban bastante bien y disfrutaron mucho del día. Bueno, no siempre se puede ganar y casi 60 días sobre las tablas son suficientes, sobre todo porque aún quedaban unos días en Salt Lake City.
El largo viernes: salida, cruce de la Línea Internacional de la Fecha y llegada a Salt Lake City en el mismo día tras 29 horas de viaje. Reencuentro con Jay, Steve y Ron - la vieja pandilla como cada año.
¡El sábado, un día que pasará a la historia de mis snowsafaris! No como el 27 de enero, con 10 de 10 puntos posibles, no, todo lo contrario: un máximo de 1 de 10, aunque Jay sigue insistiendo hoy en que esto es completamente exagerado y que 0,5 de 10 o menos sería más apropiado. Hielo, 1 cm de nieve fresca pegajosa por encima y simplemente desagradable. Definitivamente uno de los peores días de esquí de mi vida, si no el peor.
El domingo hubo otros 25 cm de nieve fresca, por lo que las condiciones en la estación de esquí de Solitude fueron estupendas.
El lunes fue el último día de mi viaje de este año. ¡Qué final! Nieve polvo hasta las rodillas y la nieve superligera te salpicaba la cara con cada giro. ¿Qué más se puede pedir? Ron, un viejo amigo y ahora patrullero de esquí en la zona de Brighton, me había preguntado si deberíamos hacer una excursión privada. Una oferta que no pude rechazar.
El martes fue el día en que partí hacia China, donde llegué a Pekín el miércoles por la noche y después celebré la fiesta anual de clausura, fui de compras y disfruté de un montón de buena comida con amigos hasta el domingo.
Esto pone fin al 12º viaje largo de invierno. Fue un tiempo brillante con condiciones que no podrían haber sido más diferentes. Un comienzo brillante seguido por el día de nieve polvo de todos los días de nieve polvo, el día en que mi historia de nieve polvo fue reescrita y fue simplemente legendaria con 10 de 10 puntos. Los recuerdos de ese día todavía evocan en mí sentimientos inimaginables. A medida que avanzaba el invierno, llovía mucho y hacía demasiado calor.
Escribo estas últimas líneas en casa, en la terraza, a 20 grados, y ya pienso en el próximo invierno. Dónde iré y por cuánto tiempo? Y me irá bien con el trabajo y los cambios que se avecinan? - Ya veremos...
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Texto: Patrick Fux
