El apocalipsis de la nieve polvo sigue sin materializarse y el que empuja la nieve se entretiene con diversos informes de internet que coquetean con un cambio del tiempo en el rango de la bola de cristal. El tiempo estaría mejor empleado en sentarse y relajarse, esperando la llegada del invierno y mientras tanto echando un vistazo a la situación actual y a otras cosas interesantes. Y para aclarar algunas cosas de los primeros articulos sobre las nevadas:
Para repetir:
El nevador sabe que esto ya se ha mencionado en las últimas nevadas. Sin embargo, gracias a sus estudios con una formación pedagógica y didáctica, también sabe que la construcción del conocimiento y el desarrollo de la comprensión de tales procesos no se produce de la noche a la mañana. El aprendizaje abstracto en sí mismo es un proceso lento que puede apoyarse en la repetición y en la constante reaparición de diversas descripciones.
Un proceso sigue caracterizando la transformación de la nieve: la transformación constructiva. Donde hace quince días se habría encontrado una capa de nieve portante debido al viento y al derretimiento de las costras, el suelo se abre paso cada vez con más facilidad o se siente cada vez más "polvo". La transformación de la acumulación forma primero cristales con aristas y facetas visibles de cada forma cristalina original, más tarde incluso copas enteras (como una pirámide hueca) de hasta 1 cm de diámetro. Estos cristales están poco unidos entre sí y se escurren por las manos como el azúcar. La transformación por acumulación comienza a partir de un gradiente de temperatura de unos 15°C/m. En términos sencillos: la diferencia de temperatura entre la superficie y el suelo de una capa de nieve de 1 metro de espesor debe ser de unos 15°C. Con un manto de nieve de sólo medio metro de espesor, basta con la mitad de la diferencia de temperatura entre la capa cercana al suelo y la capa superficial.
La nieve se transforma en azúcar.