Navidades blancas: una mirada retrospectiva frente al cambio climático
Antes de echar la vista atrás a este año, merece la pena echar un rápido vistazo a las estadísticas. Es importante saber que este tipo de evaluaciones siempre se basan en periodos de referencia y trabajan con datos de reanálisis como el conjunto de datos ERA5. Como ya se explicó en el tema especial del MeteoBlog 4 2025/26, esto permite categorizar bien las tendencias a largo plazo, pero las Navidades individuales nunca pueden explicarse con exactitud.
Una Navidad blanca no es una sensación, se puede medir: En muchos países se habla de ella cuando hay nieve en el suelo el 24 de diciembre.
Un análisis de Daan van den Broek basado en datos sobre la capa de nieve lo deja claro: la capa de nieve en Nochebuena ha disminuido considerablemente desde los años cincuenta. En realidad, esto afecta a toda Europa excepto a Irlanda, Inglaterra, la costa norte de Francia, los Alpes y la parte septentrional de los países escandinavos. Sigue nevando a mayor altitud, pero incluso allí la certeza de la nieve se desplaza cada vez más hacia el invierno alto.
La situación es similar en Norteamérica, con datos analizados por NOAA Climate.gov que muestran muy claramente que la probabilidad de una Navidad blanca está disminuyendo en casi todas partes, especialmente en altitudes más bajas y en regiones con influencia marítima. Mientras que en los años sesenta y setenta seguía nevando regularmente en muchos lugares, ahora una Navidad blanca suele ser la excepción.
Las Navidades blancas solían ser más frecuentes, no todos los años, pero estadísticamente mucho más a menudo que hoy. El hecho de que sigamos teniendo Navidades blancas de vez en cuando no se debe tanto a las estadísticas como a la variabilidad natural del clima.
Y precisamente por eso estamos deseando que llegue este año.