¿Pero por qué "poco espectacular", "sólo Europa", "debido al tiempo"? Porque, al igual que en nuestro viaje a los Abruzos del año pasado, este año tampoco iba a ser el caso.
Así que iba a ser Europa. La suerte quiso que, tras hacernos las preguntas anteriores, un especialista en boulder nos diera el consejo de considerar los Pirineos como destino estival. Preguntamos a Knut, el especialista local, y cuando también nos recomendó los Pirineos españoles, decidimos ir allí. Queríamos afrontar una travesía de 10 días por la parte central de los Pirineos españoles (Aragón).
Unos días después, estábamos espontáneamente en un avión hacia Madrid con nuestras maletas y tiendas de campaña. Desde allí, nos embarcamos en lo que parecía una interminable odisea en autobús hacia nuestro punto de partida, Candanchú. Probablemente el viaje nos pareció especialmente largo porque el paisaje entre Madrid y Zaragoza es bastante monótono por su carácter desértico. Al principio estábamos muy motivados, ya que habíamos decidido hacer el recorrido por las buenas, es decir, llevábamos toda nuestra comida y queríamos viajar de forma totalmente autosuficiente. Tras las primeras horas de ruta, como muy tarde, volvieron a asaltarnos los ominosos recuerdos de nuestro arduo viaje a Kirguistán, ya que la mochila volvía a pesar bastante, algo más de 20 kg. Sin embargo, el impresionante telón de fondo de las montañas lo compensó desde el principio. En contraste con el paisaje lunar de nuestro viaje hasta aquí, era de un verde exuberante y había manantiales, pequeños ríos y lagos por todas partes. No nos lo esperábamos y no nos dimos cuenta hasta entonces de que los Pirineos son la cadena montañosa con más lagos de Europa (¡preparación perfecta!). Esto también se utiliza en muchos lugares para generar energía sostenible.