"¡Con mucho gusto!"
Porque el tema parecía claro. Las implicaciones estaban claras en mi mente, y las conversaciones de verano con representantes de la industria de fabricación de esquís apoyaban mis suposiciones.
Entonces los días se hicieron más cortos, las tardes más frías, los lagos más fríos, los dedos más húmedos al escalar y las cumbres más solitarias. Y, de repente, ya no tenía tan claro cómo estas nuevas condiciones sociales, que tanto nos cambian la vida como sociedad, influirían en el esquí de travesía...
A primera vista, me parecía lógico que el esquí tendiera a alejarse de las zonas de pistas abarrotadas y de los mosh pits del turismo de invierno: las cabañas apres-ski y las colas de los remontes. La gente alabará con orgullo el "retiro a lo esencial" relacionado con la ocasión, la "huida de la rueda del hámster", la "confrontación con uno mismo" y, sobre todo, "la búsqueda de paz y tranquilidad" e incluso puede poner un hashtag delante de estas razones, prácticamente.
Pero, ¿será realmente así?
Sí, por supuesto. El número de esquiadores de travesía aumentará, como ya ha demostrado el verano montañero de 2020. Pero antes de echar un vistazo personal a "Esquí de travesía en el apocalipsis invierno 20/21", he pensado por qué en realidad me gusta tanto hacerlo?