Una cosa está clara: podemos elegir dónde nos movemos. Y nos movemos en el hábitat de los animales salvajes. Ellos están en casa allí. Nosotros no lo estamos. Dormimos y comemos en otro sitio. Así que activa tu sentido común, piensa como un huésped bienvenido y ten en cuenta lo siguiente:
El atardecer y el amanecer son momentos críticos para que muchas especies de animales salvajes se alimenten. Así que no salgas durante estas horas.
Que los faros ya brillen con tanta intensidad no significa que tenga sentido salir por la noche. Las sombras proyectadas por el cono de luz (por ejemplo, en el bosque) irritan a los animales salvajes y les hacen huir.
Cualquier irritación y huida conlleva un esfuerzo y, por tanto, un consumo elevado de calorías. La línea que separa la supervivencia de la muerte es muy estrecha para los animales salvajes en invierno. Durante mucho tiempo, han desarrollado estrategias de supervivencia precisas y especializadas. La tabla partida sólo ha pasado a formar parte de la historia evolutiva recientemente.
Un "qué desagradable" ante un animal que huye no le sirve de nada, por desgracia.
Por eso, al planificar una excursión, es importante prestar atención a las áreas de descanso para animales salvajes, investigar si hay señales locales y elegir horarios sensatos. Nosotros podemos elegir, los animales salvajes no.