Si sueles salir de excursión, reconocerás este momento: estás de pie en una cresta mirando hacia una pendiente prometedora. Pero una boca de pez, también conocida como grieta de nieve deslizante, echa por tierra la euforia. Surgen las preguntas: ¿Cómo es la zona de entrada? Habrá esquiado ya gente en mi pista favorita de hoy?
Aquí es exactamente donde entran en juego los prismáticos compactos. Son lo suficientemente pequeños como para caber en el bolsillo de una chaqueta, pero tienen suficiente potencia óptica como para hacer visibles los detalles lejanos.
Los pequeños prismáticos son especialmente útiles cuando intentas reconocer antiguos bordes de desprendimiento en laderas lejanas. Esas finas huellas de movimientos de nieve pasados que, desde la distancia, a menudo parecen sombras inofensivas y, sin embargo, pueden ser esenciales para evaluar correctamente la seguridad. Los restos de conos de avalancha cubiertos de nieve también son mucho más fáciles de identificar con un poco de ayuda visual. Lo que a simple vista suele ser un juego de adivinanzas se vuelve mucho más fácil de interpretar con prismáticos.
Con más detalle, la superficie de la nieve de repente proporciona información importante: ¿De qué dirección venía el viento? ¿Dónde soplaba? ¿Dónde movió la nieve? Al fin y al cabo, cualquiera que se haya ocupado del tema del freeride, y por lo tanto necesariamente del tema de la seguridad frente a avalanchas, seguramente estará familiarizado con la frase “El viento es el maestro constructor de avalanchas”.