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Nieve de mañana

La Nieve de mañana 3 2025/26 | ¿Qué futuro(s) quieren las estaciones de esquí?

Reinventar las estaciones de esquí para afrontar el reto climático

25/11/2025
Lauréane Giroud-Lemaître
En un momento en que el cambio climático perturba la capa de nieve y el equilibrio social en la montaña, las estaciones de esquí tienen que replantearse su modelo. Entre transición, diversificación e implicación ciudadana, ¿qué futuro podemos imaginar para estos espacios emblemáticos?

Noviembre de 2025. Una investigación revela operaciones ilegales de reurbanización de zonas naturales del glaciar del Mont-de-Lans (estación de Deux Alpes, Francia)[1]. Con el teleférico Jandri 3S, de 148 millones de euros, que se inaugurará en esta estación en enero de 2025, es legítimo cuestionarse las opciones políticas que configuran el futuro de las estaciones de esquí. Entre cuestiones económicas, climáticas y sociales, las estaciones de esquí distan mucho de ser meros lugares de recreo. Esquiar sí, pero ¿a qué precio?

Adaptación, transición, transformación, diversificación... Ahora es muy difícil entender lo que está en juego en las estaciones de esquí. Si la cuestión de su futuro ocupa cada vez más espacio en los medios de comunicación, pero también en la vida cotidiana de los aficionados, es porque plantea un conjunto de cuestiones fundamentales para nuestra vida en la montaña.

El siguiente artículo se basa en el trabajo de investigación en geografía social que he realizado este año en Grenoble en el marco del LESSEM (Laboratoire des Ecosystèmes et Sociétés en Montagne)[2], un laboratorio del INRAE (Institut National de Recherche pour l'Agriculture, l'Agronomie et l'Environnement), así como en mi experiencia personal como aficionado a la montaña.

¿Juegos Olímpicos 2030? ¿Ilustración de un modelo criticable?

Empecemos por un acontecimiento de actualidad que ustedes conocen bien: la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 en los Alpes franceses. Dentro de cinco años, atletas de todo el mundo acudirán a participar en esta cita que nació hace 100 años en Chamonix. Pero detrás de las declaraciones del Comité Olímpico y del supuesto entusiasmo de los franceses, surge un descontento: el de las asociaciones, los habitantes y los aficionados a la montaña, opuestos a un modelo económico de "todo esquí" sin tener en cuenta la emergencia climática [3].

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En primer lugar, esta candidatura plantea una cuestión democrática. Mientras que en Suiza y Suecia las candidaturas para estos Juegos Olímpicos se sometieron a referéndum popular, en Francia no se consultó a la población[4]. Con un coste estimado de 2.500 millones, de los cuales casi 1.000 millones de euros de dinero público[5.1], organizar un debate parece más que legítimo. Ante esta falta de consulta popular en la organización de estos Juegos Olímpicos, varias asociaciones han llevado el asunto ante el Comité Aarhus de Naciones Unidas. Se trata de un paso histórico. Este comité supervisa la aplicación de la Convención de Aarhus de 1998, que garantiza el derecho del público a acceder a la información medioambiental y a participar en las decisiones medioambientales que le afecten. El 18 de noviembre se celebrará una audiencia inicial [5.2] en la que se decidirá sobre la admisibilidad de esta solicitud.

Aunque estos Juegos se presentan como más "sostenibles", existen dudas legítimas sobre la veracidad de estos compromisos. Organizar los Juegos Olímpicos en los Alpes, ya muy afectados por el cambio climático, plantea una opción política muy cuestionable. Los Juegos Olímpicos de Invierno de 2030 en los Alpes impedirán un examen en profundidad de la transición de las regiones montañosas. Al promover la organización de un acontecimiento de esta envergadura en una estación balnearia y el desplazamiento de un público internacional, estamos enviando un mensaje que va en contra de las advertencias de los científicos [6].

¿Por qué científicos, asociaciones y residentes cuestionan hoy el modelo económico de las estaciones de esquí?

Con 54,8 millones de esquiadores-día para la temporada 2024-2025[7], Francia ocupa el segundo lugar en el podio mundial de la industria del esquí, por delante de Estados Unidos. Austria completa los tres primeros puestos. Sin embargo, este modelo "sensible a las condiciones meteorológicas" (George et al., 2019) de las estaciones de esquí está siendo cuestionado por el cambio climático.

De hecho, recordemos algunas cifras clave. En los últimos 50 años, la duración de la capa de nieve ha disminuido en un mes en altitudes inferiores a 2.000 metros (Matiu et al., 2021). Esta disminución sigue aumentando. Según las previsiones del IPCC (2019), alcanzará entre el 10 y el 40% en altitudes medias en 2050 (en comparación con el periodo 1986-2005), y hasta entre el 50 y el 90% según el escenario más alarmista. Podemos verlo con nuestros propios ojos: el final de temporada sobre una alfombra de nieve artificial rodeada de césped primaveral o Competiciones de esquí alpino donde las cámaras enfocan pistas meticulosamente preparadas durante horas y horas son ejemplos contundentes. [8]. De hecho, cuatrocientos deportistas de élite se reunieron en 2023 para firmar una carta abierta dirigida a la Federación Internacional de Esquí y Snowboard en la que pedían que las cuestiones climáticas se tuvieran realmente en cuenta en sus disciplinas.

En resumen, la nieve es cada vez más escasa y, en estas condiciones, hay que replantearse la forma de disfrutar de la montaña. Sin embargo, persiste una carrera desenfrenada, con proyectos de gran envergadura que siguen intentando despegar en las estaciones. El ejemplo de los proyectos Parker en dos estaciones de Vercors (Villard-de-Lans y Corrençon-en-Vercors, en los Alpes franceses) ha causado un gran revuelo. Estas promociones inmobiliarias, respaldadas por la empresa del famoso jugador de baloncesto Tony Parker, suponen la creación de 1.350 nuevas camas turísticas. Sin embargo, Villard-de-Lans y Corrençon-en-Vercors son dos estaciones de altitud media que se enfrentan a unas condiciones meteorológicas poco alentadoras para el futuro del esquí. Ante estos proyectos, Vercors Citoyen, un colectivo de más de 1.650 miembros [9], se ha unido para hacer oír la voz de los residentes locales frente a los excesos económicos y ecológicos. Tras varios años de debates, reuniones y batallas judiciales, el prefecto regional ha dado la razón a los defensores de prácticas más sensatas: el proyecto de 700 camas de Villard-de-Lans no verá la luz.

En realidad, lo que está en el centro del debate es la cuestión de los recursos hídricos, un tema central cuando se trata de estaciones de esquí. Como señala la asociación France Nature Environnement en el caso del Vercors, "es probable que el aumento de la capacidad turística en toda la zona aumente significativamente la necesidad de agua potable, en momentos en que la disponibilidad del recurso es mínima" [10]. La gestión del agua en las estaciones también fue objeto de análisis en un informe sobre estaciones de esquí del Tribunal de Cuentas francés. Aunque "las proyecciones climáticas muestran que la producción de nieve ya no será suficiente, en un número creciente de estaciones, para garantizar la sostenibilidad del esquí a medio o incluso a corto plazo" (Cour des Comptes, 2024), las estaciones siguen dependiendo masivamente de la nieve artificial para mantener su actividad. Sin embargo, los embalses de las colinas, que almacenan agua para los cañones de nieve, tienen un gran impacto en la vida de la montaña, tanto en términos de biodiversidad (caudales fluviales, calidad físico-química, etc.) como de vida cotidiana (agua potable, pastoreo, etc.). Esto demuestra que considerar las estaciones de esquí significa considerar tanto el impacto del clima como las condiciones de vida en las zonas de montaña. El turismo es un sector económico importante en estas regiones, pero no debe ser la única piedra angular, relegando a un segundo plano otras cuestiones esenciales.

¿Qué trayectorias para el futuro de las estaciones de esquí? La cuestión de la transición

Hoy es imperativo hacer una pausa colectiva y cuestionar las decisiones políticas que se toman en la montaña. Esto es lo que hizo el Tribunal de Cuentas francés en febrero de 2024. Su informe "Les stations de montagne face au changement climatique" causó un gran revuelo en el mundo de la montaña [11]. Las conclusiones son claras: el modelo económico francés para el esquí se está agotando y las políticas públicas no siguen el ritmo.

Sin embargo, sobre el terreno, una serie de actores se movilizan para proponer otras visiones de un futuro deseable. A escala europea, el proyecto de cooperación TranStat (Transiciones hacia un turismo de esquí sostenible en los Alpes del mañana, Espacio Alpino Interreg)[12] es un buen ejemplo. Este proyecto internacional, que reúne nueve estaciones de esquí de cinco países del arco alpino (Austria, Francia, Suiza, Italia y Eslovenia), pretende crear una red de estaciones en transición. Socios institucionales como el INRAE (Grenoble, Francia), académicos como la Academia Austriaca de Ciencias (Innsbruck, Austria) y la Universidad de Milán (Italia), así como agentes socioprofesionales, debaten sobre el futuro de las estaciones de esquí. A través de enfoques participativos, trabajan en la transición de las estaciones de esquí, pero también en la vida en la montaña durante todo el año. El reto es complejo: "Afrontar los efectos del cambio climático sin disponer de un marco de referencia sólido para actuar"[13]. Tras tres años de trabajo, el proyecto propone "Repensar el turismo de invierno en los Alpes" a través de recomendaciones políticas para un turismo más sostenible en la montaña[14].

El proyecto TranStat pone de manifiesto una realidad: no existe una solución con llave en mano para el futuro de las estaciones. Cada territorio tiene sus características específicas. Así que la transición es plural y polifacética. Mis prácticas de fin de estudios me permitieron profundizar en este tema. A través de un estudio de la prensa escrita sobre 23 estaciones y de entrevistas semidirectivas realizadas en tres estaciones de estudio (Bourg-Saint-Maurice-les Arcs, Métabief y Autrans-Méaudre, Francia), identifiqué las principales formas que está adoptando la transición en las estaciones hoy en día, así como los límites para implantar un turismo más sostenible.

Turismo sostenible.

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¿Cómo son hoy las iniciativas de transición de las estaciones de esquí?

Para entender bien mi pensamiento, es necesario ampliar la escala de lectura. Pensar en el futuro de las estaciones de esquí significa no centrarse únicamente en las pistas de esquí, sino pensar en la estación como parte de un área más amplia. Una estación de esquí es una estación turística integrada en una red de transportes, sujeta a políticas públicas y generadora de una actividad económica que repercute en otros sectores de actividad de la zona. Una estación de esquí necesita recursos (energía, agua, tierra, etc.) de una zona más amplia, donde la gente vive todo el año y necesita estos mismos recursos. En definitiva, cuestionar la transición de las estaciones de esquí significa cuestionar la vida en los territorios de montaña.

La cuestión central de mi trabajo de investigación fue identificar las formas concretas que adopta la transición. Observé que la mayoría de las estaciones estudiadas están llevando a cabo una diversificación del turismo a menudo centrada en actividades recreativas. Puede basarse en actividades ya existentes (bicicleta de montaña, trineos de verano, senderismo, etc.) o en nuevas formas de turismo (vivac, observación de la fauna, terapia forestal, etc.). La diversificación turística también puede ser cultural y científica. Es el caso de la Nuit des Chercheurs, ofrecida por la Université Savoie Mont-Blanc, en Bourg-Saint-Maurice[15], eventos que permiten al gran público descubrir proyectos científicos. Por último, la diversificación también se expresa a través de la promoción del patrimonio local a mayor escala. En el Vercors, por ejemplo, el Parque Natural Regional revaloriza las cabañas no vigiladas, elemento clave de la identidad de la región, para fomentar un turismo más "suave" (senderismo en verano, esquí de travesía en invierno).

Dicho esto, la diversificación de las actividades turísticas dista mucho de ser un fenómeno nuevo. La transición también implica un cambio en la forma de viajar: sustituir el transporte intensivo en carbono por formas de movilidad más respetuosas con el medio ambiente (transporte público, coche compartido, bicicleta-esquí, etc.). Hay que tener en cuenta que la mayor parte de las emisiones de una estación de esquí proceden del transporte. Según un estudio de ADEME[16], el 52% de las emisiones de gases de efecto invernadero están relacionadas con los desplazamientos a las estaciones. Ser conscientes de nuestro impacto como esquiadores significa replantearnos nuestra actividad a una escala más amplia.

Además, la transición en las estaciones se concreta en numerosas iniciativas medioambientales lideradas por diversos actores: ayuntamientos, oficinas de turismo, asociaciones, socioprofesionales... Estas iniciativas pretenden proteger espacios naturales sensibles, promocionar parques regionales y nacionales, sensibilizar al público joven u organizar actividades climáticos para adultos. El objetivo es claro: preservar los entornos naturales y cultivar una conciencia medioambiental compartida.

Por último, aunque poco destacados en la prensa, los enfoques participativos y la movilización ciudadana son elementos clave en el proceso de transición. La cooperación entre los agentes públicos, privados, voluntarios y civiles es una palanca de acción esencial para avanzar hacia un modelo turístico más sostenible. Dar la palabra a los ciudadanos en los asuntos que les conciernen transforma los modos de gobernanza. Las decisiones políticas ya no las toman únicamente las instituciones, a veces alejadas de las bases, sino que se construyen conjuntamente con los residentes locales. Esta cooperación permite diseñar trayectorias de transición específicas y adaptadas a cada zona. La estación de Tignes, por ejemplo, ha lanzado una consulta ciudadana Imaginons Tignes 2050[17] para trabajar con los residentes locales sobre el futuro de la estación y las orientaciones políticas que deben adoptarse. Otras estaciones francesas, como Bourg-Saint-Maurice-les-Arcs, Autrans-Méaudre, Serre-Chevalier y Méribel, también están experimentando con procesos participativos.

¿Y por último?

A pesar de la aparición de numerosas iniciativas de transición en torno a las estaciones de esquí, la ausencia de una definición única de transición complica la aplicación de cambios en las prácticas a gran escala: cada territorio debe encontrar su propia trayectoria para un futuro adaptado a sus retos. Las conclusiones de mi trabajo recuerdan que la colaboración entre los actores de cada región de montaña es crucial para definir una trayectoria hacia un futuro aceptado y aceptable. Se trata de encontrar un sutil equilibrio entre el turismo y la vida durante todo el año, para que las zonas alpinas puedan reducir su dependencia de la economía del esquí, una economía cada vez más vulnerable al cambio climático. Sin embargo, numerosos conflictos de intereses políticos y económicos siguen dificultando la coordinación de esfuerzos entre las distintas partes interesadas (agentes públicos, socioprofesionales, asociaciones, etc.).

No olvidemos un aspecto crucial de la transición para las estaciones de esquí: la financiación. Diversificar las actividades, replantearse la movilidad, proteger los espacios naturales, ofrecer talleres y debates para sensibilizar a la opinión pública... Son iniciativas que requieren importantes recursos financieros. Los proyectos Interreg Espaces Alpins [18], financiados por la Unión Europea, son una valiosa fuente de apoyo, pero falta financiación a escala nacional y local...

En las regiones persiste una pregunta: ¿cómo sustituir la industria del esquí? Esta pregunta enmascara los verdaderos problemas de la transición. No se trata de encontrar una nueva industria que sustituya a la del esquí, sino de pensar juntos en nuevos modelos turísticos económicos, sociales, ecológicos y resilientes. Ahora, más que nunca, es el momento de cuestionar colectivamente nuestras necesidades, nuestros deseos, nuestros impactos y el futuro de las montañas.

El futuro de las montañas está en sus manos.

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Nota

Este artículo ha sido traducido automáticamente con DeepL y posteriormente editado. Si, a pesar de ello, detectáis errores ortográficos o gramaticales, o si la traducción ha perdido sentido, no dudéis en enviar un correo electrónico a la redacción.

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