Sí, conozco el cambio climático provocado por el hombre. Y sí, está provocando la subida del nivel del mar, los fenómenos extremos como las inundaciones están aumentando y son cada vez más graves. Habrá hambrunas en todo el mundo y los glaciares de los Alpes desaparecerán en las próximas décadas.
Aunque conozco todas las consecuencias del cambio climático, como esquiador a menudo me cuesta admitirlas ante mí mismo. Me da miedo darme cuenta de que yo y mi pasión por el esquí no sólo somos víctimas de estos acontecimientos, sino también desencadenantes. Porque sí, esquío y lo hago muy a menudo. Y sí, uso infraestructuras problemáticas, como coches o remontes, y también me comporto de forma perjudicial para el clima al llevar ropa cara de exterior y esquiar con esquís fabricados en el extranjero. Así que me pregunto: ¿está justificado mi miedo? ¿Soy parte del problema? ¿Y cómo puedo yo, esquiador, esperar que otras personas lleven un estilo de vida respetuoso con el clima o que hablen mal de los comportamientos perjudiciales para el clima?
Todas estas preguntas me llevan de nuevo al dilema en el que me encuentro. Este dilema se conoce en inglés como "the hypocrisy trap". Se refiere al hecho de que los seres humanos asumimos que sólo podemos abordar ciertos problemas si nosotros mismos somos infalibles. Como esquiador, debería prestar atención a mi propio comportamiento o incluso dejar de esquiar para contribuir a la protección del clima antes de exigir a los demás o a los políticos un cambio de rumbo respetuoso con el clima. El proverbio alemán "mírate bien a ti mismo" también va en esta dirección. Pero, ¿de dónde viene esta perogrullada aparentemente indiscutible? Merece la pena echar un vistazo a las condiciones sociales en las que vivimos.