Con el apoyo de los ciclos económicos regionales, será más fácil hacer posible para sus habitantes la tan cacareada "buena vida en los Alpes": El agricultor utilizará sus prados de montaña para producir alimentos especiales y no dejará que crezcan en exceso si encuentran compradores en los negocios locales de hostelería o en la tienda del pueblo. A su vez, la gente encuentra trabajo allí. Si hay oportunidades de ingresos en el pueblo, menos gente se ve obligada a desplazarse o incluso a emigrar, y a las familias jóvenes se les ofrecen perspectivas de futuro, que toman como incentivo para labrarse un porvenir en el pueblo. Todo esto, y mucho más, forma parte del desarrollo sostenible de las regiones rurales, al que puede contribuir una oferta turística auténtica.
Viajes sostenibles
Además de la oferta, el comportamiento de los visitantes es también una cara de la moneda de los "viajes sostenibles". Al fin y al cabo, son ellos los que buscan, utilizan o incluso exigen la oferta. Para los huéspedes que eligen su destino por ser un pueblo de montañeros, la promesa de calidad de este certificado es crucial. Este ejemplo demuestra que son necesarios incentivos, información y un poco de trabajo de relaciones públicas con los grupos destinatarios adecuados -como hacen las asociaciones alpinas por sus pueblos de montañeros-: recientemente se publicó en el Süddeutsche Zeitung una entrevista con el investigador turístico Wolfgang Günther, que llegó a la siguiente conclusión en un estudio sobre vacaciones sostenibles: Sólo el 4% de los encuestados en el estudio presentado dijeron que los aspectos de sostenibilidad eran decisivos para su decisión de viajar, mientras que el 56% de los encuestados dijeron que les gustaría viajar de forma sostenible. Todavía hay mucho margen de mejora entre estas dos cifras, pero según Günther, también hay potencial. "La gente viaja para hacer algo bueno por sí misma, no por el medio ambiente. La gente quiere pasárselo bien, disfrutar de la vida, darle un toque especial al año. Si es necesario romper nuestros propósitos, eso es lo que hacemos: nos damos un permiso especial para irnos de vacaciones. Uno no se va de vacaciones porque quiera ser sostenible, sino a pesar de ello", afirma Günther.
En mi opinión, lo que estas cifras y la declaración también dejan claro es que el llamamiento a "¡Ser respetuoso con el medio ambiente!" o incluso "...¡sostenible!" sigue actuando como elemento disuasorio. Para muchos tiene sentido, pero el obstáculo para incorporar el propósito a la vida cotidiana es grande. Por un lado, la cantidad de cosas que hay que hacer de otra manera pone en entredicho la práctica anterior y, por otro, el número de medidas necesarias es abrumador. Pero, al igual que ocurre con el alpinismo, aquí se aplica lo mismo: Paso a paso y sopesar qué ruta es la más factible con el equipo del que se dispone. Si muchos actores -iniciativas locales, residentes alpinos comprometidos y visitantes sensibilizados con los Alpes- aplican pequeñas medidas, se abrirán caminos hacia un futuro deseable. Como asociaciones alpinas y patrocinadores de la iniciativa Pueblos de Montaña, esperamos poder contribuir así a una buena vida en los Alpes.