Un nuevo modelo económico para las personas y la naturaleza
La economía del bien común se concibe a sí misma como un contramodelo del sistema económico actual, basado en el crecimiento ilimitado y la maximización del beneficio. En lugar de estas características, hace hincapié en una buena vida para todos: dignidad humana, sostenibilidad ecológica, justicia social, solidaridad, codeterminación y transparencia. Estos valores se miden en un balance del bien común que las empresas pueden elaborar voluntariamente. No sólo se evalúa lo que hace una empresa, sino también cómo lo hace, desde la cadena de suministro hasta la cultura corporativa.
El concepto existe desde hace unos 15 años y fue iniciado en gran parte por el economista Christian Felber, que publicó un libro con el mismo nombre en 2010. Las empresas de deportes de montaña que siguen el concepto de economía para el bien común se caracterizan por una estructura corporativa sostenible. Condiciones de trabajo justas, productos duraderos, uso consciente de los recursos y estrecha colaboración con los proveedores regionales caracterizan el modelo empresarial. Por ejemplo, se ofrecen servicios de reparación para prolongar la vida útil de los equipos. Estas acciones demuestran que la responsabilidad ecológica y el éxito económico no tienen por qué excluirse mutuamente.
¿Cómo funciona en la práctica la Economía del Bien Común?
La Economía del Bien Común, abreviada ECG, se basa en la idea de que las empresas pueden hacer que su responsabilidad hacia la sociedad y el medio ambiente sea mensurable y transparente. En el centro se encuentra la denominada matriz del bien común, que representa cinco valores centrales: Dignidad humana, solidaridad, sostenibilidad ecológica, justicia social y codeterminación democrática. Estos valores se integran en cuatro áreas de actividad empresarial: Proveedores, empleados, clientes y entorno social.
Utilizando esta matriz, las empresas elaboran un balance del bien común que muestra en detalle las áreas en las que ya se ha progresado y en las que aún se puede mejorar. Una empresa pasa por varias fases antes de publicar el balance del bien común al final del proceso: Los proveedores, los empleados, los clientes y el entorno social son incluidos y examinados, desde la autoevaluación y la preparación del balance del bien común hasta la revisión externa.
Por ejemplo, un fabricante de bastones de esquí podría documentar en su balance que utiliza materiales reciclados, garantiza salarios justos a lo largo de la cadena de suministro y minimiza las rutas de transporte. Al mismo tiempo, podrían fijarse objetivos como introducir servicios de reparación para prolongar la vida útil de los bastones o cambiar a energías renovables en la producción para reducir las emisiones.
Aunque este enfoque requiere compromiso y un cambio de mentalidad económica, los beneficios son evidentes. Al dar estos pasos, las empresas no sólo contribuyen a su credibilidad, sino que atraen a clientes que valoran la sostenibilidad.