"¡Tenemos que dejar de consumir!". Esta es una respuesta que aparece a menudo en los debates sobre sostenibilidad. Yo mismo ya he escrito sobre ello. El consumo se describe como la puerta de entrada al fin del mundo, el pináculo del exceso humano y un catalizador del cambio climático. Nuestra codicia está llevando al planeta a la ruina, y con él a nosotros mismos. Cada vez más por cada vez menos dinero. ¿El punto álgido del frenesí de las compras? El Viernes Negro. Seguido del Cyber Monday. Una oferta tras otra, amontonándose en nuestras bandejas de entrada etiquetadas en rojo y gritándonos desde casi todos los sitios web y escaparates: ¡COMPRA! ¡COMPRA! ¡COMPRAR! Hasta caer rendidos, hasta perecer.
La felicidad en la cesta de la compra
El consumo parece ser algo con lo que hemos nacido, si no genéticamente. Según los biólogos evolutivos, las raíces de nuestro comportamiento comprador se encuentran en la historia de la humanidad. Cuanto más acumulaban los cazadores-recolectores, mejor podían sobrevivir. Todavía hoy lo celebramos. Sólo que, de alguna manera, nos falta el botón de stop. Nos resulta difícil o imposible decir "no". ¿La nueva ropa interior funcional? ¿O tal vez los nuevos esquís del fabricante XY? Comprados. Hoy ya no necesitamos acumular para sobrevivir y, sin embargo, los estudios demuestran que comprar nos hace felices. Estimula el centro de recompensa y nos hace soñar por un momento con la próxima aventura... y sentirnos incluso mejor preparados para ella.
O de qué otra forma podemos explicar el éxito del anuncio "No compres esta chaqueta" de Patagonia? Era el año 2011, Acción de Gracias. O sea, el viernes negro. Y uno de los mayores fabricantes de outdoor del mundo -Patagonia- publica un anuncio con el titular "No compres esta chaqueta". Debajo aparece una acogedora chaqueta de forro polar y en el texto Patagonia explica el impacto medioambiental de la producción de esta chaqueta y que los clientes deberían plantearse si realmente necesitan la chaqueta antes de comprarla. ¿El resultado? La facturación de Patagonia se disparó un 30% hasta los 543 millones de dólares en 2012. Y un 6% más en 2013. En 2016, Patagonia se comprometió a donar el 100% a organizaciones medioambientales en el Black Friday, en lugar del 1% habitual (por el planeta). Patagonia había previsto una facturación de 2 millones de dólares, ¡pero al final fueron 10 millones!