Senderismo con raquetas de nieve en los Alpes de Ötztal
Por el Dr. Franz Tursky
Probablemente no haya otra región glaciar en los Alpes que ofrezca a los amantes de las raquetas de nieve excursiones tan agradables y destinos tan gratificantes como los montes Ötztal. Los campos planos de abetos se elevan a menudo hasta los picos más altos y los glaciares que fluyen desde ellos hacia el valle son en su mayoría de pendiente suave y extensa, de modo que permiten a los esquiadores nórdicos un paseo despreocupado y al mismo tiempo rápido por todas partes. Por eso, las altas cumbres del Ötztal, que en el pasado nunca o rara vez se visitaban en invierno, se dieron a conocer muy pronto al gremio de raquetas de nieve alpinas y ahora son populares entre todos los que aman los deportes de montaña y las raquetas de nieve en la misma medida.
¡Pascua! Es el momento justo para celebrar dignamente el final del invierno con raquetas de nieve. ¡Y dónde sino en la alta montaña! Los días ya son largos, el tiempo suele ser bueno y las condiciones de la nieve en esta época del año son más favorables que en pleno invierno. Por eso, los discípulos de las raquetas alpinas vuelven a salir a la alta montaña en Semana Santa, y son muchos los que celebran cada año el comienzo de la primavera en un orgulloso pico de tres mil metros. Mis descripciones van dirigidas sobre todo a ellos, pero también quiero contarles a todos mis soleadas excursiones de Pascua a la alta montaña en el Ötztal, a quienes este tipo de montañismo les era desconocido hasta ahora por mi propia experiencia, con el fin de reclutar partidarios y amigos del montañismo alpino con raquetas de nieve en sus filas.
¡Qué maravillosa fue la Pascua de 1914, que pasé en el alto mundo del Ötztal en la divertida compañía de unos cuantos compañeros de montaña de ideas afines! Aquellos días fueron deliciosos, tan maravillosos y encantadores que su recuerdo aún hoy me llena de felices sensaciones. Atrás quedaron los viajes despreocupados por brillantes costas lejanas y con ellos la alta alegría de esta vida placentera, pero en lo más íntimo de mi ser descansan imágenes imperecederas que quedaron impresas en mi alma en aquel momento y que siempre y para siempre permanecerán inolvidables para mí. Todo lo feo y lo bello se ha desvanecido de mi memoria, y lo que me queda como ganancia duradera de las alegrías pasajeras es el recuerdo profundo de aquellos viajes, que a menudo ha permitido que pasen ante mí todas las imágenes elevadas, tan espléndidas y bellas como lo fueron una vez en el veloz vuelo de la realidad. En salvaje belleza y con pródiga abundancia, toda la Madre Naturaleza reconstruye el resplandeciente esplendor de este alto mundo ante los ojos de mi mente como antaño, y cuando pienso en vosotros, orgullosas cumbres bañadas por el sol, el resplandor de pasadas alegrías, el sol del placer desvanecido, surge a través de mi alma, tan llena de luz y brillo como en aquellas horas en que moraba en vuestras crestas centelleantes. Sí, un solo pensamiento tuyo es capaz de despertar en mí aquella euforia fortificante que sentí entonces en tus cumbres inundadas de luz, una sola imagen de mi recuerdo es suficiente para revivir en mí aquella sabrosa alegría de existir que una vez me mantuvo felizmente bajo tu hechizo. Pero, ¡de qué sirven las palabras de la poesía cuando se trata de describir una vida resplandeciente! Mis pensamientos y sentimientos sólo pueden ser comprendidos y comprendidos por aquellos que, como yo, saben contar las innumerables alegrías que una vez experimentaron en las montañas en invierno.